23 de agosto de 2007

Naturaleza muerta (Jia Zang-Ke, 2006)

Naturaleza muerta ( Sanxia haoren 2006), el último trabajo del director chino Jia Zhang-ke, consta de una conexión inusual con la pintura. En primer lugar, el filme nace de su admiración por el pintor Liu Xiao-dong, sobre el que estaba rodando un documental: Dong. Cuando supo que el pintor se trasladaba a la región de Las Tres Gargantas se desplazó allícon él. Posteriormente Jia ha afirmado respecto al pintor chino que siempre tuvo la idea de filmar su trabajo, ya que considera que su acercamiento a la realidad es muy parecido al suyo, aun sin utilizar las mismas herramientas.
Durante el rodaje de Dong, pensó realizar un largo de ficción, comenzando así otro rodaje que duraría seis meses y daría lugar a Naturaleza muerta. Un título, el atribuido en España –el anglosajón es Still life- cuyo enunciado además contiene un gran sentido metafórico. Y es que la relación de las imágenes del film con dicho género pictórico se hace evidente, resultando de lo más atractivo a los ojos de un espectador que observa unas imágenes de una fuerza poética y estética a considerar.
Pero Jia no retrata bodegones u objetos expositivos. Nos muestra una región de china donde apenas existe un halo de vida. No porque esté deshabitada, sino porque sus gentes se pasean entre las ruinas de una ciudad sumergida como almas en pena. Una ciudad, Fengjie, que quedó prácticamente sepultada por las aguas del Yangtsé tras el inicio, en 1993 de las obras titánicas –que hoy continúan- de la presa de las Tres Gargantas. Una ciudad donde los hombres se ganan la vida desmenuzando las ruinas que quedan para comenzar a construir los nuevos barrios.
Los dos protagonistas del filme regresan a la ciudad fantasma partiendo desde Shanxi. Sin embargo, en ningún momento se cruzan. El primero, Sanming, es un minero que dejó Fengjie dieciséis años antes y que ahora regresa en busca de su mujer y su hija. Shen Hong en cambio –interpretada por la inconfundible musa de Jia, Tao Zhao-, busca a su marido para pedirle el divorcio. Ambos parecen ravenants que vuelven del más allá para resolver aquello que impide que su existencia se torne feliz. Aunque como apuntábamos, resulta aún más fantasmagórico el espacio de las Tres Gargantas que ellos mismos. Por ello, es inevitable la comparación con la obra cumbre del pintor Arnold Böcklin: La isla de los muertos (1880).
Un hombre se dirige en una barca hacia una isla sostenida en medio de la bruma. La imagen emana misterio, transmite un inquietante silencio, pues la isla es algo del más allá, un lugar que incita a la mente humana a perderse dentro de su propia imaginación e inconsciente. Aunque funcionalmente, se nos presenta como un cementerio.
En el filme -como en el cuadro- los dos protagonistas llegan a Fengjie en un pequeño barco, introduciéndose en una atmósfera brumosa e intemporal. Sin embargo en este territorio ni siquiera hay cementerios. Los cuerpos vagan junto a sus almas, en pena. Es la misma ciudad la que ha sido sepultada, no sus habitantes.
Cuenta el mito que el genio subterráneo Caronte transportaba con su barca hacia el Hades, a los muertos que habían recibido las honras fúnebres, atravesando así los ríos que separaban a los vivos de los muertos. Los vivos que intentaban visitar el más allá eran rechazados, al igual que los muertos insepultos, que quedaban destinados a vagar durante cien años por el río.
Si observamos a las gentes del lugar, vemos que no solo los protagonistas del filme son ravenants. Todos aquellos que aparecen en los planos, parecen haber sido rechazados por Caronte. Viven anclados en un pasado que les ha sido arrebatado. Ausentes, como zombis en masa, sin techo ni pertenencias, trasladándose de un lado a otro en busca de trabajo. Aunque ahora, las figuras se pierden en un paisaje vampiro que poco a poco los devora, pues al fin y al cabo, han sido ellos mismos, los hombres, quienes lo han transformado.



*Tras conseguir el León de Oro del Festival de Venecia 2006, Naturaleza muerta está a punto de llegar a las pantallas españolas, tras haberse presentado en Barcelona en la presente edición del BAFF.

9 de agosto de 2007

Babel (2006), A. González Iñárritu

Babel es una continua relación causa-efecto, una sucesión de acontecimientos que enlaza las vidas de diversas personas de distintas partes del mundo, aún sin que lleguen a conocerse. Trata de descubrir hasta donde puede llegar el efecto producido por un hecho ordinario. Además, el realizador mexicano trata de reflexionar entorno a la comunicación intercultural humana. Algo que supone toparse con una dura realidad: si el ser humano en muchas ocasiones no es capaz de comunicarse exitosamente con sus homólogos culturales y lingüísticos, ¿cómo entonces puede ser capaz de hacerlo con alguien cuyo medio de expresión es dispar al suyo? Babel es esto, distancia y cercanía. Un mero hecho trivial es capaz de causar un efecto extraordinario e irreversible en el otro extremo del mundo. Sin embargo, la dificultad de comprensión entre esas personas distanciadas puede ser muy exacerbada, partiendo del hecho de que de por sí lo es entre pueblos fronterizos –como bien se ejemplifica con México y EEUU- e incluso dentro de una misma frontera. De ahí la referencia al relato bíblico en el título del film.
La topografía de Babel se extiende a través de cuatro países: Japón, Marruecos, EEUU y México. Todo para contarnos cuatro historias coetáneas: la de una niña sordomuda, una familia de pastores marroquíes, un matrimonio que intenta salvar su crisis realizando un viaje y una niñera mejicana que se ocupa de los hijos de éstos. Todas ellas se enlazan con maestría mediante todo un repertorio de elipsis y saltos espacio-temporales. Algo que reforzado por la diversidad y proliferación de planos, tomados en muchas ocasiones por una cámara al hombro son ya sello definitorio del realizador mexicano y también del cine posmoderno. El cuerpo narrativo de 21 gramos y Amores perros ya estaba formado por un entramado de saltos temporales e historias entrelazadas. Y es que a Iñárritu le interesa experimentar sobre el tiempo fílmico, al modo de –salvando las distancias- otros directores posmodernos como el Tarantino de Pulp Fiction y Reservoir Dogs o del Christopher Nolan en Memento, y que entra en metafísicas, adentrándose en la propia realidad de los personajes de ficción, de la mano de Michel Gondry en Olvídate de mí.

Pero volviendo a Babel y retomando la causa-efecto, observamos que a pesar de que parezca llevar el peso del relato la historia de la familia estadounidense, es de la historia japonesa de la que fluyen las demás. A raíz del suceso protagonizado por el padre de la niña sordomuda acaecido años antes durante un viaje a Marruecos se produce un efecto dominó que va destrozando las vidas de todos los protagonistas, de los cuales – y lamentablemente es ley de vida- los del “primer mundo” son los más beneficiados.
Dentro de esta causa-efecto, la incomunicación posee un peso importante. Y es que a lo largo del film nos encontramos ante cuatro grados distintos de incomunicación que se corresponden con cada una de las historias.
Asistimos a la dificultad comunicativa entre turistas y autóctonos de países tan dispares como EEUU y Marruecos. Dificultad que se salda gracias al guía del autobús, el cual habla inglés. No obstante, en Babel vemos un mejor trato por parte del pueblo marroquí del que la pareja americana no entiende ni su idioma ni su cultura que por parte de sus homólogos turistas –los cuales los abandonan con el autobús-.No obstante, los roles se intercambian entre países de distinta lengua, en el caso de EEUU y México. Se nos quiere mostrar cómo los representantes de la lengua minoritaria –para el caso, económicamente hablando- deben sumirse y comunicarse por medio de la mayoritaria. De nuevo se produce una incomunicación, esta vez por lo tanto, a raíz de la discriminación racial.
Por otra parte, no es casual que la hija del japonés que le regala el fusil a un marroquí que le sirvió de guía, sea sordomuda. De esta forma se plantea un nuevo ejemplo a la vez que se realiza la denuncia ante la situación de aislamiento que sufre la joven.
Por último, llegamos al ejemplo más extremo. La no comunicación entre personas que hablan una misma lengua, algo producido en base del abuso de autoridad. En este caso, los agentes marroquíes, que poseen un status solial y una autoridad superior a los pastores, no son capaces de comunicarse sino mediante la violencia con las gentes a las que interrogan. Una falta de comunicación que puede llegar a provocar muertes.

Si observamos los acontecimientos del film en línea recta, sin saltos temporales, observamos que todo comienza en Japón. O mejor dicho, en el momento en que –como hemos dicho- un japonés le regala a un marroquí un arma. Y de este modo vemos como el realizador mexicano quiere retratar las distintas topografías para enfatizar el elemento crítico de denuncia en el film. En esta primera conexión entre Marruecos y Japón, observamos las dos caras de la moneda del mundo, el máximo desarrollo y la cara opuesta que éste provoca. El Japón que se nos muestra es el de los letreros luminosos y el lujo y la tecnología. Por su parte, lo que vemos de Marruecos, no son sus paraísos turísticos ni sus ciudades principales, vemos su cara más árida, desértica, donde las familias aún viven del trueque y el pastoreo.
En la segunda relación, Marruecos-EEUU, tan sólo existe una topografía, la del país africano. Lo cual es utilizado para enfatizar la situación de desubicación en el medio, de desesperación y desamparo que sufre el matrimonio, y sirve además, como muestra de cierta denuncia respecto a las reacciones “subdesarrolladas” de un país tan “desarrollado” como EEUU.
La tercera relación, EEUU-México sirve como excusa para narrar los acontecimientos relevantes en el film producidos en la frontera. El nexo entre ambos países es el paso de la frontera de los hijos del matrimonio anterior y su niñera, acumulando la familia todas las desgracias posibles, pecando el guión de melodramático y enrevesado a pesar del genial rodaje de estas escenas. A través de la figura de la niñera, observamos los cambios de rol que puede sufrir una persona y el status que se le otorga en uno y otro lado de la línia quesepara dos paises. En el que puede vivir con lo mínimo y en el que tiene que someterse para conseguir lo que al otro lado por contra sería lo máximo. La situación dramática e injusta que sufre dicho personaje en el desierto -donde por momentos se encuentra totalmente abandonada y perdida además de desatendida por un policía- enfatiza la situación desesperante que se avecina. No se le va a permitir seguir su vida, estará condenada a no poder a entrar jamás en ese país. Por lo tanto, el cometido es denunciar una situación fronteriza que es real, y evidentemente cercana al realizador mexicano y su equipo. Algo muy interesante de denunciar, aunque se hace de forma un tanto forzada, al recurrir a poner en desgracia al resto de los miembros de la familia americana para enlazar las historias.

Hasta aquí la trilogía de González Iñárritu, compuesta por sus tres primeros films y en la que ha trabajado con el mismo equipo. Una trilogía que ha ido dándose a conocer al mundo a medida –como es lógico- que sus films han ganado en comercialidad. Es decir, mayores presupuestos, distribución, rodaje en habla inglesa, participación de actores reconocidos, etc. Sea que a pesar de todo Babel carezca de esa frescura y pureza que contenía Amores perros.