2 de mayo de 2011

Little alien (2010), Nina Kusturica

Little alien, es uno de esos documentales necesarios que te traen de vuelta a la crudeza del mundo en el que vivimos y te hace tocar de pies a tierra. Una pasarela de casos de distintos jóvenes inmigrantes procedentes de diversas partes del mundo, de una serie de vidas truncadas por el sufrimiento y la búsqueda de una existencia mejor.

Winterbottom nos enseñaba con crudeza en In this world (2002) el duro periplo que pasan unos jóvenes refugiados afganos que intentan llegar a occidente escapando del panorama desolador que vive su país. Como ellos, algunos de los protagonistas del documental de Nina Kusturica, recorrieron infinidad de kilómetros escondidos debajo de camiones camino a occidente. Estos trayectos jugándose la vida pueden durar días, por no hablar del riesgo que se corre al cruzar las fronteras. “Cuando llegas a la frontera de Irán te enseñan unas cuantas orejas cortadas y te piden unos 10 mil o 15 mil dólares diciéndote, o pagas o te hacemos lo mismo”. “Te matan”, cuenta un joven en una escena del documental.

Little alien se abre con una secuencia desgarradora y llena de significado. Kusturica filma un puesto de vigilancia eslovaca en la frontera con Ucrania. Allí un agente de inmigración muestra el absoluto control que tienen de la frontera utilizando un complejo sistema de cámaras nocturnas que les permite anticiparse a los movimientos de los inmigrantes que sin esperárselo son repentinamente detenidos. Mientras escuchamos al agente alardeando de la efectividad de su trabajo, observamos imágenes oscuras, en penumbra, donde apenas se aprecia la acción del acto de detención de un grupo de inmigrantes, aunque somos conscientes en el fondo de que están sucediendo. Kusturica nos indica que es así como sucede en nuestro día a día, a oscuras, sin que nos demos prácticamente cuenta y sin que nos interese lo más mínimo el trato lamentable que viven estas personas, en sus países y en los nuestros.

Otro de los momentos más destacados del film y que por desgracia nos atañe mayormente si cabe a los españoles, es la secuencia que transcurre en la frontera entre España y Marruecos en Melilla. “Los soldados marroquíes son los sicarios de Europa, Europa financia esto”, dice un especialista. Se refiere al sistema de seguridad compuesto por tres vallas de seis metros de altitud flanqueadas por un soldado marroquí cada 50 metros. Nos explica que los soldados disparan sin remordimientos a quien intente rebasar la barrera. Si con suerte una persona sortea las balas, tras subir 6 metros de valla, cae sobre un colchón de alambres que en ocasiones le proporciona heridas tan sumamente graves como la pérdida de vísceras. Si continúa en pie, debe subir otra valla de 6 metros y caer al suelo nuevamente desde esa altura para sufrir el ataque de gases tóxicos. De seguir, vuelve a escalar otra valla de 6 metros y tras volver a caer debe sortear flashes tan potentes que podrían causarle ceguera. Aunque de todas maneras sería imposible consagrar el milagro, porque de llegar al otro lado, la guardia civil española lo estaría esperando.

El principal mérito de Little alien es que nos ofrece la oportunidad de conocer el testimonio real de diversos menores, el drama de la inmigración en su cara más amarga, la de los niños. De tal manera que es imposible mantenerse indiferente ante el posicionamiento que toma Europa y todo el primer mundo ante tales situaciones. No duden en pronunciarse y contribuir a que este tipo de cine se difunda y consagre su función crítica y de denuncia. Pueden visionarlo hasta finales de mes en el Primer Festival de Cine Europeo Invisible, Online.

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