8 de septiembre de 2007

La fuente de la vida (2006), Darren Aronofsky

En el número de Junio de la Cahiers du Cinema España, Ángel Quintana escribía un artículo en el que reflexionaba sobre la trayectoria de Aronofsky y Terry Guilliam centrándose en sus últimas películas, en el primer caso La fuente de la vida y en el segundo Tideland (2005). Llegando a la conclusión de que las propuestas de ambos resultan un modelo en crisis. Y es que ambos cineastas se dirigen, si no a la deriva –el caso del primero–, al naufragio –caso del segundo-. Es cierto bajo mi punto de vista que a Guilliam le faltan, y mucho, las luces de Brazil, al igual que Aronofsky las de Pi. No obstante, no me parece tan alarmante la situación de este director neoyorquino de corta trayectoria que tan solo cuenta con tres filmes en su haber.
En La fuente de la vida intenta investigar más allá de la plástica de Pi y Réquiem por un sueño, interesándose por unas imágenes de corte pictórico que presentan algunos rasgos derivados del diseño gráfico. El resultado son unas imágenes de gran interés y belleza. Sin embargo, la parte final del filme resulta un alarde plástico que llega a rendirse cansino y repleto de manierismos.
Como en el resto de su corta filmografía, Aronofsky indaga en la facultad obsesiva del ser humano presentándonos una historia que lleva al límite a su protagonista. De tal forma que, obsesionado con salvar a su mujer, lucha consigo mismo y los misterios de la existencia para encontrar un remedio a la muerte.
Un relato sugerente y de gran fuerza visual que avanza irremediablemente de más a menos.

1 comentario:

Goretti Redondo dijo...

... se hacen necesarias tus comentarios e impresiones de un film antes de darle al play