3 de agosto de 2012

Carmina o revienta (2012), Paco León


Carmina Barrios es una mujer auténtica, de barrio, valiente y avispada. Una mujer de ideas claras capaz de darlo todo por cumplir sus propósitos y defender a su familia. Resulta que además es la madre del Paco León, aquel actor que se dio a conocer por algunas interpretaciones televisivas, como por ejemplo en la serie Aída
Carmina o revienta nos presenta a la familia León (incluida la recientemente laureada coprotagonista de La voz dormida, María León) de una de las formas más extravagantes posibles. Parte de algunos aspectos reales, del carácter de sus personajes y de su vida real, experiencias vividas por la familia con anterioridad, etc. Todo queda muy adulterado por una ficción que en ocasiones se aproxima en exceso a lo “freak”, pero que te deja con buen sabor de boca.
Lo más destacable de Carmina o revienta no es la calidad de su fotografía o la cuestionable efectividad de su guion, sino el revuelo que ha levantado su arriesgada y desafiante distribución y exhibición. En realidad, Paco León no es ni mucho menos el primero que se aventura a costearse una película barata y arriesgada, y estrenarla directamente en internet. Muchos otros lo han hecho anteriormente con mayor o menor éxito, explorando nuevos campos de producción, distribución y exhibición del cine. Sin embargo, León ha sido el primer cineasta español en estrenar simultáneamente su película en las salas de cine, Internet y copia digital de manera pasiva. O lo que es más importante, suscita mayor repercusión el hecho de que se trate de una persona con cierto nombre (tanto como para llegar a todos medios de comunicación en general), capaz de conseguir sobradamente una taquilla destacable. A lo que añadir el éxito adquirido por el veredicto del Festival de Cine Español de Málaga, donde obtuvo el Premio Especial del Jurado, el del Público y el de Mejor Actriz. Por eso el sistema se ha sentido agredido, porque lo ha hecho alguien que probablemente no necesitaba ningún factor exterior a lo comúnmente establecido para recuperar o incluso multiplicar el dinero invertido en su película. Porque en estos tiempos que corren tan malos para la cultura, se ha cuestionado a gran escala la efectividad de la distribución del cine, proponiéndose nuevas vías a las que lamentablemente las viejas convenciones se oponen.
Sin embargo, resulta evidente que el séptimo arte está cambiado, y mucho. Lo cuál no resulta nada extraño. La historia del cine ha pasado innumerables momentos convulsos, como el paso del mudo al sonoro, el cambio a la tecnología del color, la creación de las multisalas, la desaparición de los pequeños cines o el paso a la tecnología digital, incluido el 3D. Llevamos años en clara transformación. Es momento de entender la exhibición del cine fuera de las salas (sin necesidad de que estas mueran definitivamente), utilizando las ventajas de los canales de consumo de masas, véase internet. Y Paco León, mediante una película en principio no apta para todos los públicos, se pone precisamente del lado de los que realmente permitimos que ese placer que es el cine exista: los espectadores.

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