11 de octubre de 2012

Cosmópolis (2012), David Cronenberg

Como en una especie de Night on earth (Jim Jarmusch, 1991), Cosmópolis transcurre en su mayor parte en un vehículo que atraviesa la ciudad de Nueva York. Una limusina que transporta a Eric Packer, un joven millonario empeñado en ir al barbero aunque eso le demore todo el día. De camino va haciendo paradas, se reúne con sus asesores, asiste al ataque de un grupo de manifestantes que emulan el Occupy Wall Street, hasta que acaba dándose cuenta de que corre el riesgo de ser asesinado.


David Cronenberg ha realizado en los últimos años notables películas como Una historia de violencia, Promesas del Este (de la que prepara su segunda parte) o Un método peligroso. Todas ellas películas en las que, aunque deja un tanto de lado el característico estilo visual de películas anteriores, no abandona ni mucho menos los elementos más reconocibles de su cine. Lo siniestro, el psicoanálisis, la doble personalidad… en definitiva, aquello que permanece desconcertantemente oculto en el ser humano. En su adaptación de la novela de Don DeLillo recupera además el tono de la fábula y se acerca de algún modo a su pasado en el cine de ciencia ficción. Así como recupera la esencia de esa atmósfera fría y turbia de Crash, que reflejaba tanto la apatía como la delgada línea entre la excitación y el sufrimiento. Porque algo muy parecido es lo que siente el protagonista de Cosmópolis, en un mundo que él mismo crea y destruye.

Lo cual supone una muestra perfecta del tipo de personaje fetiche del realizador canadiense, alguien ambiguo, que esconda algo y sea extraño por naturaleza. Así de desconcertante es el protagonista de Cosmópolis, interpretado por un Robert Pattinson encasillado en su papel de vampiro en Crepúsculo. Y lo cierto es que resulta difícil no relacionarlo con tal bazofia cinematográfica, pero debe reconocérsele en este su último trabajo, en el que está a la altura de su personaje, por mucho que la crítica hable de su economía interpretativa. Lo cuál se presta además a otra lectura. Que Cronenberg reconvierte a uno de los iconos del Hollywood actual y por lo tanto un icono del mercado, en el rostro de una película que reflexiona sobre los desmadres del capitalismo y retrata su caída. De hecho, plantea un diálogo continuo entre el joven millonario y sus asesores, barbero, prostitutas, guardaespaldas, etc., que reflexionan sobre el estado del capitalismo y su declive. Al fin y al cabo lo que termina haciendo es mostrarnos los polos opuestos de la sociedad, las formas de vida y desvíos mentales derivados de un mismo patrón. Nos muestra al cazador cazado en su más pura expresión. A los monstruos que genera el capitalismo.

1 comentario:

manipulador de alimentos dijo...

Otra criatura pretenciosa del Sr. Cronenberg (por qué no seguir el camino de 'Promesas del Este'?), perdido en sus masturbaciones capitalistas y apocalípticas disfrazadas de vampiros...