5 de octubre de 2012

Salvajes (2012), Oliver Stone



Basada en la novela de Don Winslow, la última película de Oliver Stone presenta un triángulo amoroso metido en el negocio del tráfico de la marihuana en la baja California. Se encuentran sumergidos en el juego de los grandes cárteles mexicanos, del que una vez ganado suficiente dinero resulta difícil salir.  

Salvajes se postula en un principio como una obra que se desvía de sus últimas producciones y trae de vuelta al Oliver Stone de Asesinos natos y U-turn, giro al infierno. Y lo cierto es que Stone recupera su estilo visual. Sin embargo, aunque Salvajes contiene algunos lugares comunes con respecto a su cine de antaño, como el gusto por los excesos, la violencia y lo estrambótico, a la película le falta el “punch” de Asesinos natos.

Stone crea una escena muy poco creíble (entiendo que de forma buscada) en la que sobre todo el triángulo amoroso no cubre las expectativas. El ejemplo es que el papel de secundarios de Hayek y Travolta contempla mayores luces, así como Benicio del Toro aporta más a la película que Taylor Kitsch, Blake lively y Aaron Jhonson juntos. Y como el trío amoroso, aunque la película consigue una factura aceptable y reconocible, se acaba haciendo pesada.

Entre esa atmósfera amarillenta de disparos y porros, Salvajes tiene algunas ráfagas del western fronterizo. En el que aparece una frontera real, como la línea que separa EEUU de México, y otra ficticia, en el sentido del intento de cambiar de vida o planear un último trabajo antes de retirarse. Lo cual siempre acarrea una confrontación con desenlace dramático. De hecho, el desenlace o duelo definitivo, va acompañado por una banda sonora que sigue los cánones del western. En un final para sorpresa, a dos bandas (desconozco si es así en la novela o es invención del cineasta). O lo que es lo mismo, Stone termina su película con un final imaginado por la protagonista y otro que representa el desarrollo real. Gesto totalmente innecesario que recupera de alguna manera el tono poético con el que se abre el metraje y que reivindica el carácter extravagante y militante del cineasta norteamericano. Rompa más o menos con la norma, lo cierto eso sí, es que a nadie va a dejar indiferente. Aunque nos podría haber ahorrado algunos minutos de metraje.

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