Polisse (2011), Maïwenn Le Besco
Basada en acontecimientos reales del cuerpo de policía parisino, Polisse trata de retratar el día a día de su Unidad de Protección de Menores. Aunque el verdadero protagonista del film es todo el grupo de policías, se distingue a dos personajes con mayores dotes protagonistas. Se trata del agente más carismático del grupo y una fotógrafa se encuentra haciendo un reportaje sobre los quehaceres de la unidad policial. La propia directora del film interpreta de forma metafórica a la fotógrafa, aunque de manera desafortunada. A raíz de la relación entre ambos y la entrada de un tercero en discordia, se crea un triángulo amoroso que termina siendo poco creíble y que genera algunos tópicos demasiado ingenuos.
Aunque el arranque de Polisse promete, lo cierto es que se queda solamente en un ejercicio de buenas intenciones. Porque mediante su estilo de filmación cercano al documental, cámara al hombro y con un guión que toma elementos de la realidad, uno se ilusiona pensando en que tal vez está ante una delicia como La clase (Laurent Cantet, 2008), o por temática más cercana si cabe, ante otra Un profeta (Jacques Audiard, 2009), dos de las mejores películas que ha dado el cine francés en la última década. Sin embargo, el resultado es más televisivo, en la línea de las series Canción triste de Hill Street o The Wire. De hecho, bien podría ser una nueva entrega de ésta última, siguiendo el hilo de su cuarta temporada, dedicada a los problemas de los menores. La forma en que Polisse trata los casos y cómo bucea en la vida personal de los personajes para mostrar de qué forma les afecta el trabajo en su vida privada, evoca a esta excelente serie de la HBO. La relación personal entre los agentes, sus reuniones en los bares como única vía de escape o su vida personal inestable y marcada por las separaciones amorosas, son otros ejemplos. Sin embargo, el listón de The Wire es demasiado alto.
El modo de filmarse, la tensión de los personajes, los movimientos orquestados que simulan el naturalismo de la cotidianeidad, son elementos que consiguen de todos modos que la película de Maïwenn encuentre momentos notables. Principalmente porque plantea preguntas para que el espectador las cuestione, destapando la realidad de un sector de población menor de edad que sufre violaciones, abusos, maltratos, etc. Sin embargo, peca de llevar demasiado al límite a sus personajes sin dar un respiro al espectador. Al igual que se mete en terreno pantanoso al optar por un único punto de vista, el policial. No se posiciona de forma directa en las vidas de las verdaderas víctimas, que no son otras que los niños. Aunque se nos muestre el horror que viven, éstos acaban siendo mero artefacto en la trama, el apoyo para los agentes protagonistas del film, posicionados como las verdaderas víctimas. Quienes de principio a fin, acaban siendo pasto de los desbarajustes emocionales que les produce su propia profesión. Como último apunte, mencionar el guiño favorable a la política anti-gitana de Sarkozy en una de las secuencias, defectos aparte, de las más conseguidas del film. Tal vez la mona está más vestida de seda de lo que parece.
1 comentario:
me acabas de enfriar para ir a verla, y además la comparas precisamente con los 2 filmes que tenía de referencia: La clase y El profeta...
Si si The Wire es superior, ya lo has dicho todo...
Nos leemos!!!!
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