14 de julio de 2007

Ver la pintura con la luz del cine

El CCCB –Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona- volvió a dar una lección sobre el montaje de exposiciones. En esta ocasión, reuniendo la obra del cineasta danés Carl Theodor Dreyer con la de su compatriota el pintor Hammershoi -obra del cual llega por primera vez a España-.
El leitmotiv no era otro que observar la pintura de Hammershoi a la luz de Dreyer, poniendo de manifiesto las relaciones visuales y creativas que indudablemente existen entre ambos.
Dentro del centro, el recorrido de la exposición comenzaba con una comparativa entre vida y características de ambos artistas por medio de una original muestra de documentos y fotografías procedentes de sus archivos privados.
En la sala contigua nos esperaban doce vídeo instalaciones. Éstas ofrecían montajes audiovisuales de fragmentos de algunos filmes de Dreyer, con la intención de acercarnos a sus composiciones pictóricas del plano, así como su iluminación.
A partir de ese momento el espectador se sumergía en un ambiente tonal dominado por las gamas grises, para pasar a observar las telas de Hammershoi, cada una instalada -individualmente o en pequeños grupos- dentro de un microespacio con iluminación propia. Uno tenía la impresión de trasladarse a los interiores cotidianos donde vivió el artista y que justamente, mostró a lo largo de toda su obra. La austeridad, quietud y silencio que emanaba cada cuadro potenciado por la iluminación de su entorno expositivo, conseguía hacía del espectador, partícipe de esta atmósfera íntima.
Cada tela estaba iluminada teniendo en cuenta los principios estéticos de Dreyer. De este modo, cuando el espectador descubría la obra el Interior. Las cuatro habitaciones, se encontraba con un espacio alargado donde la luz se reproducía en un blanco luminoso que contrastaba con la iluminación anterior, potenciándose así la sensación de apertura y de quietud que la obra en sí misma reflejaba.
De una forma contraria actuaba, por ejemplo, en Anochecer en el salón, pintado con todos oscuros, donde la gradación del color a penas permite distinguir figura alguna. Aquí el espacio expositivo, se redujo, se tornó oscuro, intimista, de tal manera que aquel que se acercaba a observar los detalles, parecía haber metido un pie dentro del mismo espacio pictórico. Era el transcurrir de la visita de un espectador que ansiaba a cada paso que el trayecto no llegar a su fin.
Ante todo, Hammershoi y Dreyer consiguió gratamente su cometido. La luz de Dreyer consiguió prolongar la fuerza y la expresión de las telas de su compatriota danés. Una experiencia sensorial que incitó e incita hoy a la reflexión sobre la relación entre pintura y cine.

1 comentario:

rok||A|| dijo...

pues hola soy edgar roca y quisiera mostrar un parrafo de un cuento que hize , alomejor podria salir algun interesado o algo por el estilo


alo lejos pude ver al niño observando una bestia, mirando sus ojos y descubriendo su verdad orientando los principios a algo irreal las dimensiones y emociones empezaron a cambiar , y el niño las aprendio a controlar , miro de lejos a la bestia y aprendio, algo puramente ilogico, mientras mas bestia era , mas hermosa parecia


lo que quiero es hacer una pelicula tambien he hecho varias reflexiones interesante y un cortometraje.
tambien estoy haciendo un libro sobre la definicion que la gente tiene de dios y su real aplicacion en la vida cotidiana ,.