14 de septiembre de 2012

¡Piratas! (2012), Peter Lord y Jeff Newitt



Sorprende y se agradece ver como en estos tiempos de la tecnología 3D algunas formas tradicionales de hacer cine no sólo se mantienen, sino que se mejoran. Wes Anderson recuperaba hace unos años en Fantástico Sr. Fox, la tradición del cine de marionetas filmado mediante “stop motion”. Una película que animaba fotograma a fotograma cada marioneta cuidada al máximo detalle, como lo hicieron antiguamente Ladislas Starewitch o Jiri Trnka, verdaderos artesanos del cine. 

Utilizando el mismo método, la factoría británica Aardman, encabezada por Peter Lord, lleva décadas animando a sus divertidos personajes de plastilina. Walllace y Gromit, Evasión en la granja o ¡Piratas!, son algunos ejemplos de su creatividad y su osada fascinación por la aventura.

¡Piratas! reinventa el género bucanero partiendo de una premisa que parodia la entrega de los Oscar, la celebración del premio al pirata del año. La obsesión del pirata Capitán, un gafado amante de los mares del que se ríen sus compañeros de oficio. Alguien capaz de meterse en las más alocadas situaciones acompañado por su incompetente tripulación y su exótica mascota. 

De camino a realizar la hazaña que le convierta en el pirata del año, Capitán se topa con Charles Darwin y la enemiga número uno de los piratas: la reina Victoria de Inglaterra. El obstáculo más difícil de salvar para cualquier pirata que se precie. Lo cual se presenta como una de las principales razones de mofa de Peter Lord y Jeff Newitt, cuya película se ríe del imperialismo, de la norma y lo establecido. Y de camino, de algunos de los de los mayores símbolos del Reino Unido, como un torpe y malévolo Darwin y su mono ayudante, así como de una reina Victoria paranoica y culona. Aparición estelar incluida del hombre elefante que David Lynch llevó al cine.

En tal alocada aventura con Londres como telón de fondo, vemos un fenomenal retrato de la decadencia de una ciudad sin embargo llena de matices. Porque cada plano está filmado con tal cariño y entrega que esconde infinidad de detalles. Un placer dejarse llevar por el virtuosismo de la plastilina y la aventura de volver a disfrutar del cine como un niño.

1 comentario:

Enro dijo...

Que grande el estudio Aardman!!