Los crímenes de Oxford (2007), Álex de la Iglesia
Matemática impersonal
Si su primer tonteo fuera de España -Perdita Durango- fue considerado por muchos un tanto exageradamente como una inflexión en su carrera, con mayor razón se le criticará por su segunda “salida” -Los crímenes de Oxford-.
Contrariamente a lo que viene siendo de una filmografía con grandes títulos de uno de nuestros mejores directores de la generación de los 90, Álex de la Iglesia evita dotar al film de su sello de autor. Tal vez porque sus últimas películas acusaban cierta tendencia a la copia y repetición de su propio estilo, lo cuál no tiene por qué ser malo –miren a Woody Allen-. Pero es bueno hasta cierto punto, pues resulta muy difícil mantener el listón alto.
Aunque en Los crímenes de Oxford continúan apareciendo algunos detalles camuflados, deudores de su cine en estado puro, tan sólo son pequeñas referencias que se agradecen. Porque en esta película de la que resulta difícil reconocer a su autor hay dos problemas fundamentales. El primero y básico, las lagunas que conforman el guión adaptado, una historia plagada de elementos poco creíbles. El segundo, que entre los protagonistas, por mucha sensualidad de la que se quiera dotar a algunas de sus escenas, no existe química alguna. Una lástima que consiguiendo un cambio de registro, el resultado sea demasiado frío e impersonal.
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