12 de abril de 2008

El cine de Tony Gatlif: vivencias cíngaras (IV)

La importancia de la música


En la obra de Tony Gatlif la música se torna el reflejo de la identidad del pueblo gitano. El hecho de plasmar con tal fidelidad y persevererancia dicha personalidad, ha hecho del elemento musical, uno de los principales rasgos definitorios del cineasta. En su cine, como veremos, es Latcho drom el film que ocupa un lugar privilegiado en cuanto a que se explora el valor narrativo de la música. Como venimos diciendo, ésta resulta ser de tal importancia, que Gatlif explicó que en Transylvania se había realizado el film a partir de la música, la cual se había creado anteriormente. (1) En su cine, la música acaba siendo cuanto menos, un personaje más. Un eje entorno al cual gira el resto. Un ejemplo claro de ello lo encontraríamos en Vengo, donde la música articula la película de principio a fin convirtiéndose en la voz de los personajes. (2)
Sin ir más lejos, cada uno de los largometrajes de temática gitana, a excepción de Les Princes, toma el elemento musical como definitorio del rol del gitano, quien es, principalmente, músico. No es casual que los gitanos de Gatlif, bien sean los protagonistas o los personajes que se crucen en el camino de éstos, muestren su conjunción con la música. No obstante, rompen con los estereotipos estéticos y psicológicos de años anteriores, por ejemplo del caso español. (3)

La música es un elemento común y definitorio, que de algún modo, puede derivar en una forma de ganarse la vida y además, en aprender un oficio barato. En el seno gitano, es habitual la enseñanza de las dotes musicales de generación en generación. Dado que los niños crecen en un entorno donde existe continua convivencia y disposición hacia la música, algunos desde jóvenes aprenden a desenvolverse con los instrumentos, para así tomar el relevo de sus padres. De éste modo, se topan con una forma de ganarse la vida que se les ha ido enseñando mediante su educación diaria. Portan unos dotes, que contrariamente a otros rasgos de su cultura, son admirados por aquellos que no son de su misma condición racial.
Por lo tanto, la música posee un valor de atractivo. Ésta, que para los músicos cíngaros, no tiene reglas. Sino que es improvisación, dinamismo, un fluir de energía. Nada tiene que ver con la que se enseña en el conservatorio. Para los gadjos es un reclamo, se sienten atraídos por las posibilidades que ofrece como medio de expresión, un medio donde canalizar sus sentimientos. El hecho de querer conocer su música, los arrastra a aproximarse a su cultura. Stéphane llega al poblado gitano de Rumania en busca de una música, de la voz de la cantante Nora Luca, lo cual se ha convertido en su principal meta en la vida. Tras meses de vivencias, sus preferencias han cambiado y quema todas las cintas de audio que había registrado. Para él, ese reclamo inicial ya no es lo más importante. Su persona se ha transformado, enamorarse de Sabina y convivir con Isidor han cambiado su vida, la cual ahora, quiere compartir con los gitanos.
En Transylvania, se produce un caso similar. El acercamiento se realiza del mismo modo, a través de la música. Zingarina, se enamora perdidamente de un músico que poco después la abandonará, sin explicación alguna. A sabiendas de que se ha quedado encinta, decide ir a buscarlo a los Cárpatos, donde supone podrá encontrarlo. En este caso, la joven no busca a una cantante rumana, sino a un músico enamorado de la música cíngara.

Dicho esto, queda claro que la música resulta un modo de expresión, una forma de entender la vida. Los personajes de Gatlif son gitanos que estén donde estén, necesitan expresarse mediante la música. Ésta se convierte tanto en el reflejo de la alegría como de la pena. Pero en la mayoría de los casos, intenta hacer de la vida una fiesta.

En Swing observamos todos los factores comentados anteriormente. La música juega un rol esencial dentro de la cultura manouche. Miraldo se gana la vida tocando la guitarra en un restaurante. Algo que aprendió desde pequeño, de sus antepasados. Además, fuera del trabajo siempre lleva la guitarra consigo, haciendo, de cada momento de su vida, música. Una música que funciona como reclamo para el pequeño Max, quien a raíz de aprenderla se enamora de Swing y se interesa por su cultura. Por ello, el hecho de que Miraldo transmita a los suyos y a Max sus conocimientos musicales significa un paso de testigo, de unos conocimientos que al fin y al cabo son su vida.
Esto explica que la figura del músico se asocie a la del maestro, en el sentido de formador de las nuevas generaciones. No solamente en lo referente a cultura musical, sino en lo referente a otros campos. Gatlif, como muestra de que en el mismo seno gitano, las juventudes cambian, -tal y como sucede en las sociedades contemporáneas- de tal forma que cada vez es menor la preocupación que muestran por esas pequeñas cosas esenciales en el conocimiento de la vida y los orígenes de su propia cultura. Por ello, Miraldo accede a enseñar a Max, un gadjo que en principio simplemente anda por el campamento de caravanas de visita. Pero Max aprende cosas que jamás le habrían enseñado. Miraldo le enseña cuáles son las propiedades de las plantas que siendo comunes, pasan desapercibidas ante nuestros ojos. Con la pequeña Swing, aprende a encontrar alimentos de forma autónoma, pescando en el río, con las manos.
En Gadjo Dilo, Isidor, quien se gana la vida tocando el violín en bodas y ceremonias, ejerce de guía de Stéphane en su búsqueda, pero además es su protector dentro de la comunidad gitana, que en su mayoría no lo acepta. En el film, al igual que ocurre en Transylvania, la música aparece reiteradamente en la puesta en escena de los ambientes gitanos. Los músicos aparecen tocando por todas partes, incansablemente. Al respecto, en Swing vemos como se reúnen 22 músicos en la caravana de Miraldo, en un espacio tan reducido que la escena se torna casi surrealista.
Esta necesidad de expresarse musicalmente en cualquier momento, de entender la música como una forma de vida, encuentra paralelismos con las dos películas de temática gitana de Emir Kusturica, El tiempo de los gitanos y Gato negro, gato blanco. En esta última, un grupo de músicos acompaña diversas escenas tocando pase lo que pase. En la boda de Perhan, aparecen con un toque de humor casi surrealista, intentando seguir tocando a pesar del altercado que se está produciendo, cuando el loco de Dadan comienza a tirar granadas. Además, el grupo funciona como séquito del abuelo de la familia, que desea ir acompañado de música allí a donde vaya. (4)
Tanto en El tiempo de los gitanos como en Gato negro, gato blanco, la música, y en concreto el instrumento -el acordeón- tiene un peso específico y simbólico con respecto a los dos protagonistas de ambos filmes. En el primer caso, el acordeón -al igual que el pavo- simboliza el lazo de Perhan con sus orígenes y su cultura, en definitiva, con los suyos. Desde el momento en que cambia su vida y se dedica a los negocios sucios, el acordeón desaparece de la escena. En el segundo caso, el joven Zare no es músico, pero dentro del acordeón de su abuelo se encuentra su salvación, los ahorros de una vida. Regalarle el instrumento lleno de dinero no significa únicamente ofrecerle la herencia a su nieto, sino pasarle el testigo, de la vida que se va a la que llega, de maestro a discípulo.



1.Como declaró el cineasta junto a Delphine Montoulet, co-realizadora de la banda sonora, durante la presentación del film en el Festival de Cine de Sevilla.
2. El film comienza con una artificiosa puesta en escena de una fiesta donde se fusionan música flamenca y árabe de la mano de Tomatito y Sheik Ahmad al-Tuni para a lo largo de la película hacer un repaso de los palos flamencos. Todo para concluir con un montaje musical hecho con sonidos que recuerda al montaje de la famosa secuencia de Delicatessen (Jean Pierre Jeunet, 1991) que dió lugar al anuncio de Coca-Cola.
3. En filmes como El amor brujo, tanto la versión de Rovira-Beleta (1967) como la de Saura (1986) entre otros, se representa al gitano como “bailaor”. En Los tarantos (Rovira-Beleta, 1963) incluso se representa el arte del baile como representante de la casta del individuo, en el momento en que la madre taranta se convence de aceptar a la joven zoronga tras verla bailar.
4. Como toque surrealista, en una escena Kusturica coloca al abuelo bailando ante un árbol, en el que se encuentra colgado -agarrado con cuerdas- su séquito de músicos tocando
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3 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Hola, quería dcirte que me ha gustado la nota sobre este director que tiene puntos de encuentro con Kusturica. Saludos!

Anónimo dijo...

...quants records han vingut al meu cap al llegir açò!!!
besets bonico,
neus.

yorgos dijo...

tardes y noches viendo películas en versión original, mayoritariamente subtitulada (Gatlif, Tati, Truffaut, Rohmer, Kusturica, Agnés Varda, Marker, Kieslowski, Wenders, Jarmusch, Almodovar, Kim ki-duk, Kitano, etc., etc.) guitarras y voces, jazz manouche, paseos por el rhône y el saone, tortillas, croisanes, los viajes, la bohême française, Cortázar, mil cançonetes boniques i moments feliços.
besets