19 de abril de 2008

El cine de Tony Gatlif: vivencias cíngaras (VI)

Drama en el seno gitano

En aquello referido a las relaciones sociales de los cíngaros, el cine de Gatlif tiende habitualmente a referirse a unas relaciones de ámbito intercultural. Aunque se nos muestren las relaciones entre los miembros de una misma comunidad cíngara y su realidad cotidiana y cultural, tanto en Gadjo Dilo, como en Swing, Exils o Transylvania, toma mayor importancia el choque intercultural, la relación y la actitud de los cíngaros con los “gadjos” y viceversa.
En Vengo en cambio, en ningún momento hay una aproximación entre payos y gitanos excepto en dos ocasiones concretas. En la primera se observa una complicidad entre Caco y la “Catalana”, una prostituta con la que trata y a la que pide que tenga relaciones sexuales con su sobrino discapacitado. En la segunda, Caco va acompañado por su séquito de amigos y una paya, a la que trata de forma agresiva y deja sola en la carretera por haberse dejado engañar por los Caravaca. El resto de los personajes que aparecen en el film, incluso aquellos que nada o prácticamente nada aportan a la trama, son o interpretan a gitanos. De tal modo que podríamos reducir las excepciones al grupo de guardias civiles que aparecen en la secuencia donde se canta tras la comida en un restaurante. Por consiguiente, todo aquello que se nos va a mostrar es lo acaecido dentro de la misma comunidad gitana, sin referencias al exterior.

En Swing por ejemplo, esa situación de “comunicación interior” se percibe en lo referido a los roles de masculinidad o feminidad que van asociados a los miembros de la comunidad, al igual que en Gadjo Dilo se aprecian las tareas cotidianas adjudicadas a cada rol y los lazos de unión entre personas en una comunidad plenamente cohesionada. Pero como venimos anunciando, éstos son avatares que quedan en un segundo plano, como un testimonio de lectura importantísima pero no principal. Les Princes en cambio, quedaría en un punto intermedio entre Vengo y el resto de los filmes de temática cíngara, a excepción de Latcho drom, que por su singularidad, se situaría fuera de este tipo de identificación. En todo caso, si tenemos en cuenta que los personajes que curten íntegramente este “himno” son representantes de los distintos pueblos romá, podríamos asociarla en ese sentido, a Vengo.
Por ello, Vengo marca un punto de inflexión dentro de la obra de Tony Gatlif, puesto que aborda la principal temática de su cine desde otra perspectiva. Justamente por estos factores, se trata del film que más relaciones guarda con los largometrajes españoles de temática gitana.
El paralelismo más claro se encuentra probablemente en Gitano (2000), de Manuel Palacios. Ambas películas se realizaron el mismo año y ambas fueron interpretadas por dos “bailaores” -Antonio Canales en Vengo y Joaquín Cortés en Gitano-. Además narran una historia dramática dentro del seno gitano, donde se observa el ajuste de cuentas entre clanes. No obstante, el film de Palacios -empezando por su intérprete protagonista- no consigue llegar a los niveles de expresión de Vengo ni por asomo.
Esta rivalidad entre clanes, una vida al margen del resto de la sociedad y la pasión por la música -unida totalmente a su cotidianeidad- que muestra el film de Gatlif, son algunos de los pilares básicos de aquel cine español de referencias melodramáticas y del musical interpretado por Antonio Gades. Un ajuste de cuentas y confrontación entre clanes gitanos que aparece en los largometrajes de Rovira-Beleta o de Saura a los que nos hemos referido en otros posts anteriores sobre Tony Gatlif. Un seguido de altercados que acaban topándose con la muerte. A ellos se suman dos elementos, el carácter pasional atribuido al gitano a lo largo de la historia y los números musicales. Elementos de los que se identifica cierta herencia en Vengo, de los que diríamos si cabe, que asimila para encaminarlos hacia sus propios pretextos. Como sabemos, los números musicales son imprescindibles en este film. Son una parte fundamental en la amalgama audiovisual que compone la película. Aunque Gatlif los presenta con una estudiada puesta en escena, no obstante intenta rehuir de esa artificialidad propia de Rovira-Beleta, enfatizada por el carácter pasional -casi llevado al límite- del gitano, el cual Vengo intenta evitar en gran medida. Diríamos entonces que Gatlif trata de suavizar dichos elementos intentado así dotar de mayor veracidad las escenas.

En Con el viento solano (Mario Camus, 1965) encontramos en Antonio Gades el paralelismo con la figura del hermano de Caco. Es un fugitivo, perseguido por cometer un asesinato. Gades asesina a un guardia de la Benemérita. En cambio, en el film de Gatlif, el hermano de Caco mata en una disputa a un miembro de la familia gitana de los Caravaca. A pesar de esta diferencia, ambos se enfrentan a la misma situación. De hecho, la gran diferencia entre ellos radica en que Gades ejerce de protagonista y en cambio el hermano de Caco en ningún momento aparece en la cinta, únicamente tenemos noticias telefónicas suyas -sin oír su voz siquiera-. No obstante, ambos personajes son de importancia capital en sus respectivas tramas. El primero es el hilo conductor. El segundo, el causante dramático del desarrollo y desenlace de la trama. Pues todo lo acaecido gira en torno a su figura.

Caco es la figura central de una gran familia. Una familia huérfana de algún modo, dado que se encuentra desposeída de la figura del hombre en edad de ser abuelo. Su figura representa para los gitanos, la del jerarca. Sus decisiones deben ser en todo caso respetadas. Y esto es algo que se observa en un gran número de filmes de temática cíngara, desde el jerarca zorongo de Los tarantos al padre de Lucía en Alma gitana o -saliendo de la producción española- a los alocados abuelos de Gato negro, gato blanco o al mafioso que lleva a Perhan a Italia en El tiempo de los gitanos. En éste último caso, los atuendos de Perhan bien se pueden identificar con los de los acompañantes de Caco y de la familia Caravaca. Miembros lejanos de la familia o que ni siquiera lo son que ejercen de protectores de estos jerarcas con alto nivel adquisitivo.
En el caso de la familia de Caco, cada cual obedece y adopta el rol que éste determina. En ella, las ancianas mujeres dedican su vida al mantenimiento del hogar. Unas ancianas que bien podríamos confundir con las que aparecen en el caserío del tío de Gades cuando éste corre a pedirle ayuda en Con el viento solano. Mujeres que no dejan de llorar desgracias y que a pesar de todo, demuestran tener la personalidad más fuerte, para salvar las adversidades y ocuparse de los desastres que ocasionan sus hijos y nietos. Algo que observamos en cómo se encargan de las borracheras de Caco, y como se encargan de la casa y del desorden causado por las constantes fiestas que se organizan.
Por lo tanto, podríamos definir a Caco como un jerarca prematuro que dirige los negocios de su familia y se esfuerza por contentar y cubrir las necesidades de su sobrino discapacitado, que quedó a su cargo. Pero además se enfrenta al dolor de dos pérdidas, no sólo la de su hermano fugitivo, sino también la de su hija. Sufre una pena que intenta ahogar en la música y el alcohol y que se ve alborotada por los continuos altercados con la familia Caravaca. Además Caco es la imagen viva del flamenco. Representa la pasión y la tristeza de una música arraigada a la tierra, unida a los suyos pase lo que pase.

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