25 de abril de 2008

Cuerpos vacíos: La frialdad y el anonimato de los personajes de Aki Kaurismäki

Se abre el plano y un hombre va en un tren. De repente ha bajado de él y se encuentra en una estación. En el siguiente plano, se encuentra en el parque. Desconocemos su procedencia, hasta el momento es un personaje impersonal, un cuerpo sin identidad. Acto seguido, tres personajes –del mismo modo desconocidos- entran en escena propinándole una brutal paliza. Una vez reducido, como queriendo enfatizar su condición de “no-personaje”, le colocan una máscara de soldador que cubre su rostro. Desde una cámara subjetiva que nace tras la máscara se intuye su desfallecimiento. Sólo entonces aparecen los dos primeros personajes del film, un médico y una enfermera a los que reconocemos porque van vestidos como tales, y que casi lo dan por muerto. Él se retuerce, casi resucita, buscando la vida, dejando de ser un cuerpo vacío para ser la figuración de un personaje. Sin él no hay película. Pero ahora las vendas cubren al completo su figura, como si de una momia se tratase, no apreciamos siquiera su rostro. Quiere ser alguien en la historia, pero no tiene pasado, no lo recuerda. Se nos representa como un hombre invisible, un cuerpo tangible, pero tapado, irreconocible. Kaurismäki juega con nosotros, quiere que sintamos que estamos viendo a un ser anónimo, invisible al dispositivo cinematográfico, cuando en realidad el único anónimo e invisible es el espectador.
Éste personaje, protagonista de Un hombre sin pasado (2002), del finlandés Aki Kaurismäki, en cuanto recupera su rostro es un personaje frío, prácticamente sin psicología, que se mueve por resorte, casi como un alma en pena. Iris, en La chica de la fábrica de cerillas (1990), ya no es un ser anónimo, se nos dan algunas pautas sobre su vida, pero se mueve como un “no-muerto”, entre el silencio y el vacío. Al igual que los protagonistas más que fríos, “helados”, de Nubes pasajeras (1996), por citar algún ejemplo, como Koistinen, el guardia de seguridad nocturno de la más reciente Luces al atardecer (2006). Pues esta es una constante que se repite a lo largo de toda su filmografía. Kaurismäki crea unos personajes que aparecen en las películas preguntándose quiénes son, pero no en su aspecto psicológíco. Casi en silencio, en ocasiones casi de un podo cómico, se mueven en una atmósfera solitaria, excluída.
Así aparece en pantalla “M”, protagonista de Un hombre sin pasado, que además hace clara referencia al personaje y film de Fritz Lang. Personaje el de Kaurismäki que encuentra su opuesto y a la vez homólogo en un film de Cronenberg. Spider (2004) no es un hombre sin pasado, es un hombre sin futuro, que al igual que “M”, recuerda a los personajes de Becket. Camina alicaído, sin rumbo, como decaído.
Así todos sus personajes, buscan una identidad, una comunidad que les ayude a salir de su propiamente delimitada exclusión.

1 comentario:

Igor Von Slaughterstein dijo...

Muchas gracias por tus comentarios! Realmente un lujo viniendo del creador de un blog tan magnífico como el tuyo, que por supuesto agrego a favoritos inmediatamente ;)

Nos leemos!